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Los implantes electrónicos son dispositivos empleados en medicina que se introducen en el cuerpo con diferentes objetivos. Puede ser un aparato que mejora la audición en casos de sordera, un marcapasos, o un sistema que una vez inyectado en el cerebro reduce los efectos del Parkinson, pero lo cierto es que los avances en medicina cada vez son más numerosos y cada vez están más encaminados a mejorar nuestra calidad de vida en caso de sufrir alguna dolencia degenerativa.
Pero la verdad es que hacer implantes electrónicos para el cuerpo humano es muy complicado ya que los tejidos son delicados y los materiales rígidos pueden irritarlos.
Además, los profesionales de este campo no son partidarios de la cirugía invasiva para poner estos implantes en el órgano indicado. John A. Rogers, profesor de ciencias en la Universidad de Illinois, y Bruchas Michael, un anestesiólogo de la Universidad Washington en St. Louis, conscientes de estos problemas y procurando atajarlos, construyeron un dispositivo electrónico LED tan pequeño que se puede inyectar en tejido delicado sin dañarlo. Según Rogers el tejido cerebral es frágil y tiende al movimiento, pues el cerebro está suspendido en líquido, y esto es una fuente de problemas cuando se trata de poner objetos electrónicos rígidos o fibra óptica en algún lugar.
Los investigadores, en su afán de evitar esto, armaron un tablero de circuitos extremadamente pequeño con diodos emisores de luz sobre él. El dispositivo tiene solamente 25 micras de espesor (para que nos hagamos una idea un cabello humano tiene 100 micras). El tablero donde se encuentran los dispositivos, está hecho de polímero, y la seda le ayuda a unirse con el tejido. La seda es compatible con el tejido, de hecho puede ser usada con los puntos de sutura. Con anterioridad Rogers ya había experimentado con las propiedades de la seda, cuando realizó dispositivos electrónicos que pudiesen disolverse en el cuerpo.
Este dispositivo fue inyectado en el cerebro de un ratón que modificado genéticamente para que las células de su cerebro respondieran a los destellos de luz de los LEDs. De ese modo, Rogers y su equipo podían percibir qué células estaban siendo estimuladas y confirmar así que su trabajo funcionaba. Estos pequeños dispositivos serían muy útiles en el estudio de neuronas individuales.
Una de las grandes ventajas de inyectar un dispositivo como estos en el cerebro, dice Rogers, es que no requiere un cable conectado a una computadora que salga directamente de la cabeza. Con los ratones y las ratas, estos aparatos tendían a restringir el movimiento del animal y alterar su comportamiento. Este nuevo tipo de instrumento permite a los científicos monitorizar partes determinadas del cerebro durante la investigación.
Para ser claros, el ratón todavía tenía un pequeño cable que sale de su cabeza, pero eso era para conectarlo a una fuente de poder que había en un pequeño sombrero. En el futuro podría ser posible alimentar los dispositivos de forma inalámbrica. Rogers dijo que el gran reto es hacer las antenas que recogen la energía lo suficientemente pequeñas.